Coordina: CIDEP - UNIVERSIDAD DE VALPARAÍSO
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La alimentación es obviamente esencial, y constituye un primer ‘campo de acción’ de gran importancia en el tránsito hacia una nueva civilización. Actualmente la alimentación presenta graves problemas, que afectan la salud y un buen desarrollo humano. No obstante elaumento en la capacidad de producir alimentos suficientes para toda la humanidad, persisten altos niveles de hambre crónica y desnutrición infantil en ciertos países, mientras que en otros – en los más desarrollados— el problema principal es la obesidad.
La producción de alimentos vegetales, realizada en forma extensiva, emplea cantidades enormes de fertilizantes químicos y pesticidas de alta potencia, afectando la genuinidad de los productos y dañando las tierras de cultivo. Hay severos problemas en la reproducción de las semillas y en los cultivos transgénicos, respecto de los cuales cabe preguntarse si el problema radica en la tecnología misma o en su control por grandes transnacionales.
En cuanto a la producción de alimentos cárnicos, la crianza masificada de aves, porcinos y bovinos, y el uso de hormonas y estimulantes artificiales del crecimiento, atentan contra principios elementales del respeto a la vida, y generan productos cuyos impactos negativos sobre la salud están siendo investigados. La cuestión del “respeto a la vida” merece ser profundizada, desde una perspectiva ética y política, teniendo en cuenta que los Homo Sapiens hemos sido desde tiempos inmemoriales omnívoros; y que desde los inicios de la revolución agrícola, hace unos 10 mil años atrás, los humanos hemos estado interviniendo en la biósfera por múltiples medios. Un de esos campos ha sido la domesticación de plantas y animales e incluso la producción de nuevas especies por ingeniería genética. Gracias a esas intervenciones la población humana creció y literalmente “dominó” la Tierra.
La elaboración industrial de bebidas y alimentos ‘chatarra’, con excesos de azúcares y grasas, y con sobreabundancia de saborizantes y colorantes artificiales, afectan especialmente la salud de los niños. Los alimentos ultraprocesados son perjudiciales, adictivos, generan aumento de peso y obesidad.
Haciendo frente a esos problemas, han surgido en las últimas décadas numerosas experiencias orientadas a generar cambios profundos en los modos de producir alimentos y de consumirlos.
Se están desarrollando formas de cultivar alimentos sanos, tales como las huertas orgánicas de autoconsumo, la agricultura biológica u orgánica, la agroecología, la permacultura, la conservación de semillas, las crianzas responsables, etc. Cabe mencionar los notables avances tecnológicos en materia de producción, conservación y transporte de alimentos. Entre ellos, la producción de de carne por cultivo de células, que se ha abaratado notablemente estando ya cerca de niveles de comercialización.
Se difunden opciones de alimentación diversa, como el naturismo, el vegetarianismo, la alimentación macrobiótica, y diversas modalidades de dietas saludables.
Están también las organizaciones de consumidores, que exigen que los productos alimenticios cumplan normas básicas de salubridad, etiquetados transparentes, genuinidad, etc.
Podemos mencionar también movimientos como el slow food, que propician una mejor cultura de la comida y la alimentación, respetar los ritmos y ambientes de una alimentación saludable, promover las tradiciones culinarias regionales y locales, y buscar una mejor calidad de vida asociando el placer y el conocimiento en la alimentación.
Estas y otras experiencias orientadas hacia formas de alimentación muy diferentes a las que ha difundido el mercado capitalista, incluyen aspectos importantes de un nuevo modo de vivir y de consumir, mejor relacionados con la naturaleza, más saludables y equilibrados.