LA IDEA

Sostiene Arnold Toynbee, gran historiador de las civilizaciones, que una civilización se gesta en el seno de una civilización que está llegando a los límites de sus potencialidades, cuando en su interior se generan problemas y desafíos que no pueden ser resueltos en el marco de sus concepciones teóricas, valores y costumbres prácticas. Surgen, en ese contexto, concepciones nuevas, más amplias, e iniciativas y experiencias innovadoras, que apuntan a enfrentar esos desafíos y a encontrar soluciones nuevas a esos problemas. No es necesario que una civilización colapse para que comience a construirse una nueva; más bien sucede que es en la civilización anterior que se crean los medios para la creación de la nueva. 

Son muchos los elementos que indican que estamos actualmente transitando hacia una nueva civilización. Un factor decisivo, que hace posible este tránsito, es la Internet y las nuevas Tecnologías de la información y la Comunicación, que están transformando el modo de comunicarnos y relacionarnos, de aprender y de conocer, de comportarnos y de actuar, impactando fuertemente la educación y los medios, el trabajo y la producción, el comercio, los servicios y las finanzas, la cultura y la política, y que están expandiendo en gran parte de la población la creatividad, la autonomía y la solidaridad. 

Pero la Internet y las TICs no son la nueva civilización; facilitan su creación y permiten iniciar el tránsito hacia ella, pero los contenidos que tendrá esta Nueva Civilización  no los conocemos aún, no están predeterminados, y dependen también de nosotros. Y sobre todo, de quienes se planteen el tránsito a una Nueva Civilización como proyecto consciente, y de la claridad y decisión con que lo hagan. Ahora bien, para participar, e influir en cómo será, asumiéndola como proyecto, es importante disponer de la necesaria claridad conceptual. Para asumirla como proyecto hay que tener la capacidad de pensarla, de concebirla, de proyectarla; que es lo que proponemos investigar en este Congreso.

Toynbee sostiene que "Una civilización es una relación entre individuos; esta relación consiste en la coincidencia de los campos de acción de sus individuos; esta coincidencia combina en un terreno común los campos individuales; y este terreno común es lo que llamamos sociedad.” Toynbee sostiene que “cada persona puede ser sujeto activo de varias 'sociedades', en la medida que sus acciones confluyan con las de otras personas, creando 'campos de acción'. Distintas 'sociedades' o campos de acción así constituidos, pueden relacionarse con otras 'sociedades' similares, creando con las actividades de los individuos de todas ellas, un 'campo de acción' o sociedad más amplia, una 'civilización' mayor”. 

Toynbee sostiene que lo que define a una civilización no es exactamente el tamaño o la cantidad de individuos y de 'sociedades' que la constituyen, sino que el hecho decisivo es que el 'campo de acción' sea "inteligible en sí mismo", esto es, que se explique por la dinámica de sus integrantes, con bajos elementos que lo influyen y determinan desde fuera del mismo. Para que ello se verifique, deberá estar conformado por 'campos de acción' (económicos, políticos, culturales, etc.) suficientemente consistentes y autónomos, e integrados e interrelacionados por una cultura u orientación espiritual compartida.

Con base en ese concepto, podemos asumir que una nueva civilización significa desarrollar nuevas maneras de vivir, de experimentar y satisfacer las necesidades, de producir y reproducir la vida social, de organizar la convivencia. Y esto está actualmente ocurriendo. En efecto, existen numerosas iniciativas y experiencias económicas, políticas, tecnológicas, educacionales y culturales 'alternativas', autónomas respecto de las formas económicas y políticas predominantes, que son portadoras incipientes de esas nuevas formas de vivir. Es así que podemos identificar numerosos elementos de la nueva civilización ya presentes en la actualidad. Ellos nos permiten apreciar que el tránsito ya ha comenzado y se encuentra en unos niveles de desarrollo significativos y auspiciosos.

Sin embargo podemos “visionar” diversas nuevas civilizaciones que pueden ser el resultados de procesos alternativos, o mutuamente excluyentes, o que podrían coexistir. Conviene considerar, además, que muchas de las iniciativas y experiencias “alternativas” no son nuevas y se han sido por años “incipientes”. Al examinarlas en el presente Congreso, será importante preguntarse por qué siguen siendo incipientes y en qué medida las tendencias del cambio en curso en los ámbitos político, económico, social, cultural etc. permiten pensar que están surgiendo condiciones más favorables que en el pasado para que estas semillas germinen y florezcan.

Una nueva civilización implica cambios prácticamente en todos los ámbitos y “campos de acción” de la vida personal y social. Pero hay algunos en que las novedades y cambios son más necesarios y más profundos, porque en ellos son más grandes los desafíos y problemas que afectan a las personas y a la sociedad.

Podemos identificar diferentes ámbitos de actividad o “campos de acción”en que es más importante el despliegue de iniciativas creadoras de nuevos modos de hacer las cosas y de vivir. Cada uno de ellos integra un conjunto de temas, problemas y aspectos que los constituyen en su complejidad. Distinguiremos campos de acción particulares, y campos de acción transversales.

A mediados del segundo milenio tuvo inicios en Europa la civilización moderna, que se expandió progresivamente hacia las Américas y parcialmente hacia el resto del mundo. En extrema síntesis y sin pretender haberla comprendido enteramente, podemos decir que se trata de una civilización que; a) En lo económico se caracteriza por el industrialismo, el capitalismo y la innovación tecnológica, que expandieron enormemente la producción y los mercados en dirección tendencialmente global. b) En lo político se caracteriza por los Estados nacionales soberanos, que fundan el poder político y el orden social combinando el monopolio estatal de la fuerza militar, la burocracia como principio de una administración que busca ser eficiente, y la representación ciudadana mediante partidos políticos como fundamento de la legitimidad del gobierno. c) En lo cognitivo y cultural se caracteriza por el desarrollo de las ciencias naturales y sociales, fundadas sobre una filosofía empirista y positivista, y en la base una cosmovisión naturalista o materialista del mundo.

Esta civilización ha generado un impresionante desarrollo de las tecnologías y de las fuerzas productivas en general, un gran fortalecimiento del Estado y del poder público como fundamento del orden social, y una expansión de las libertades de pensamiento, de expresión y de creencias que dió lugar a la diversificación y pluralismo ideológico. Ha sido y es, comparada con las civilizaciones anteriores, una gran civilización. Hay que reconocer que ha facilitado un crecimiento notable de la población, el alargamiento de las expectativas de vida, y  un mejoramiento del bienestar social al menos para una elevado porcentaje de la población. 

Pero esta civilización moderna está dando señales claras de agotamiento de sus potencialidades, y generando graves problemas que no parece estar ella misma en condiciones de resolver. Problemas como, por ejemplo, la desigualdad social, el endeudamiento creciente e insostenible tanto de los Estados como de las empresas y los consumidores; el agotamiento de recursos y energías no renovables; el aumento de la delincuencia, la drogadicción y la anomia psicológica y social; problemas de ingobernabilidad y deslegitimación de la política; el deterioro del medio ambiente y la ruptura de equilibrios ecológicos, por nombrar algunos entre los más conocidos. Podemos afirmar que estamos en presencia de una verdadera crisis, agotamiento y tal vez agonía de esta civilización, moderna pero ya vieja.

Completar y perfeccionar el diagnóstico sobre el estado actual de la civilización moderna y de sus problemas y crisis, es un primer objetivo de este Congreso. Pero queremos que el pensamiento y la creatividad de los investigadores se oriente preferentemente a pensar en la civilización que queremos, en una nueva y mejor civilización, en que puedan resolverse los problemas mencionados, e ir más allá, abriendo el horizonte de la experiencia humana y las posibilidades de desarrollo humano, personal, social y universal. Ello no debe consistir en una simple expresión de deseos, pues para que tenga utilidad debe concebirse con realismo, teniendo en cuenta la realidad existente para descubrir en ella los elementos con que el cambio y la nueva realidad puedan realizarse. 

En este sentido, habrá que considerar las tendencias en curso que marcarán los próximos años y décadas, entre las cuáles la creciente globalización que a la vez homogeniza y genera nuevas  desigualdades, en términos de desarrollo económico y distribución de la riqueza; la vigencia de los derechos humanos; la vorágine tecnológica y sus desafíos; los cambios demográficos y los desafíos que plantea. Será importante evaluar cuáles componentes de la actual civilización moderna tienen valor universal y conviene que se mantengan o sean traspasados a la nueva civilización, y cuáles convendría dejar en el pasado. 

Atención especial merecen las tecnologías de la información y las comunicaciones, siendo importante preguntarse en qué medida pueden facilitar el tránsito a una nueva civilización, o bien dificultarlo, o condicionarlo con mayor o menor determinación.

Sin abandonar el realismo, convocamos a los investigadores a echar a volar la imaginación, la inteligencia y la voluntad. Concebir con el pensamiento, la argumentación y el análisis una nueva civilización tiene sentido profundo; el mismo sentido que expresara Platón en La República, cuando Glauco le rebate a Sócrates el esfuerzo de pensar en la mejor organización de la Polis diciendo: “Pero esta ciudad que hemos construido con nuestros razonamientos, no existe realmente en ninguna parte”, a lo cual Sócrates responde: “Pero ahora que la hemos puesto en el cielo de las ideas, quizás los hombres comiencen a verla, y al verla la pongan en su corazón y quieran construirla a partir de sí mismos”.